El Gallardo era perfecto, estéticamente hablando, en su primera
generación. Mejoró con la llegada de su actualización, cuando los faros
delanteros y traseros perdieron tamaño para ganar agresividad, y cuando
las versiones Superleggera nacieron, la cosa mejoró más si cabe, con
unas entradas de aire delanteras que no dejaban a nadie indiferente.

Con dos años todavía por delante, antes del relevo generacional, Lamborghini
se ha visto en la "obligación" de darle un nuevo lavado de cara, en
todo caso, a su modelo "de acceso", colocándole un nuevo paragolpes de
dudoso gusto, y una trasera con profusión de nuevos triángulos.

Como diría uno que todos conocéis, de una famosa serie de televisión,
Lamborghini, no toques ¿por qué tocas? Está claro, al menos en la
redacción de Autoblog, que el diseño que hasta ahora se vendía nos
encantaba a todos, y este es... dudoso, nada más.

Ojo, nadie dice que sea feo, pero lo cierto es que esperábamos que,
puestos a mejorar el coche, las cajas de cambio de doble embrague vistas
en el R8 llegarán también al modelo de Lambo, cosa que no ha sucedido.
¿Somos demasiado exigentes? ¿estamos malacostumbrados a tanta novedad?
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